Apache 750

Ayer mi cuerpo me informó, como hace bastante seguido, que necesitaba algo dulce y lo necesitaba YA. Al encontrar mi stash de cosas dulces vacio y mi cocina como de costumbre inraideable me vi forzado a tomar la larga caminata de mi casa al San Esteban, el mini supercito del centro comercial conocido como El Pinar.

Al llegar me sorprendí­ al notar un helicoptero militar en el estacionamiento de enfrente con un letrero de "EN VENTA".

"No mames," pensé. "Neta estan vendiendo un pinche helicoptero? A huevo."

Entonces entré a la tienda y me compré un Dr. Pepper y unos cuantos gansitos y mientras pagaba en la caja decidí­, por mera curiosidad, preguntar cuanto costaba el helicóptero.

"El viejo Apache 750?", preguntó el güey de la caja, "Pues la verdad nadie habia preguntado."
"En serio?", dijé, "Parece estar en buen estado."
"Nunca usado," asintió el güey, "Tiene cinturones de seguridad defectuosos y no lo pudieron usar en la Fuerza Área por regulaciones de seguridad o chingaderas así­. Tons nos lo dieron."
"Y en cúanto está?"
"Cuanto tienes?" preguntó.

Lo miré sospechosamente. Esa pregunta no se hace a menos que estés dispuesto a aceptar la respuesta.

"Cuanto tengo en el banco o cuanto traigo ahorita?", pregunté.
"Cuanto traes ahorita.", respondió.
Chequé mis bolsas. "Ni siquiera suficiente para pagar el Dr. Pepper y los gansitos, por eso planeaba correr con ellos."
El cajero frunció el ceño, sumido en pensamientos, y despúes de unos segundos finalmente dijó: "Mira, ya que pareces ser el único interesado y esa madre estorba un chingo, te propongo que le des una vuelta y si te gusta te lo vendo por 200 varos."
"Va!"

Tomé las llaves que me ofreció y sali corriendo (refresco y pastelitos bien asegurados bajo el brazo) lo más rápido que pude, intentando evitar que el cajero se diera cuenta que acaba de darle las llaves de un helicoptero a alguien que segundos antes habia confesado intenciones delictuosas.

He jugado suficiente Vice City como para saber como manejar un pinche helicoptero, entonces lo encendí y salí­ volando, convirtiendo a El Pinar y la zona circundante en maquetas muy bien hechas en cuestión de segundos. Volé por todo Jurica un rato hasta que decidí­ que tenia que presumir el hecho de que era YO el que circundaba la zona en un helicoptero militar, bajando lo suficiente como para asustar choferes y causar accidentes de tránsito en Paseo Jurica.

Aterrizé en frente del Dairy Queen, aventando madre y media por todas partes con los rotores. Me bajé y caminé como si nada. Cuando conocidos y extraños se acercaron a preguntar porque estaba piloteando un helicoptero fingí­ parecer confundido unos segundos antes de decir "Ahhhh! Eso!", solté una risita, "Es sólo mi viejo helicoptero, salgo a pasear en él de vez en cuando."
"Me puedo subir?" preguntó cierta chava toda buena.
"Por supuesto, nena," le sonreí­, "Vamos!"

Entonces nos subimos al helicoptero.
"Más vale que te abroches el cinturón, muñeca," le comenté sonriendo mientras encendia el aparato (no ese...el helicoptero), "Esta cosa da vueltas muy cerradas."

Se lo abrochó sonriendo y entonces despegamos. Volamos por todo Jurica, dando vueltas y asustando pilotos, riendo bastante, yo actuando como piloto en estado de ebriedad de repente y asi. Estuvo chido.

Claro, olvidé por completo todo lo de los cinturones defectuosos hasta que fue muy tarde.

Di una vuelta cerrada y se cayó.

"VERGA!", exclamé, volando fuera de ahí y aterrizando de vuelta en el San Esteban.
"Lo quieres?", me preguntó el güey cuando aterrizé.
"No gracias!!", le dije.